La mujer de hoy en la novela romántica

Está claro que somos producto de nuestro tiempo y el papel de la mujer ha cambiado con la involución evolución de la sociedad.

Yo nací en libertad, en un país desarrollado donde pude acceder a una educación gratuita y obligatoria; después fui a la universidad y tuve la oportunidad de seguir formándome. Mi madre solo pudo ir al colegio y estudiar labores y mecanografía. Mi abuela, sin embargo, jamás aprendió a leer y lo máximo que llegó a escribir fueron sus iniciales para poder firmar documentos oficiales.

Las mujeres de mi generación estábamos destinadas a romper el techo de cristal y derribar las barreras de desigualdad de género. Destacamos por ser socialmente seguras, organizadas y meticulosas y que estamos más que preparadas para ocupar puestos de relevancia en el mundo empresarial. Sin embargo, todo esto todavía parece muy teórico y muy lejano. Las mujeres seguimos ocupando empleos de menor categoría y seguimos cobrando menos por el mismo trabajo. La maternidad nos está vedada si queremos tener una carrera profesional y la conciliación solo es una palabra más del diccionario.

A pesar de todo lo que hemos avanzado a veces parece que todo sigue igual.

Cada época viene marcada por una tendencia y está representada por una mujer que rompió moldes, que luchó por sus intereses y su libertad a través de la palabra escrita. Las novelas de Jane Austen, sin ir más lejos, se consideran todo un referente. Nadie duda de la calidad literaria de su obra, con personajes femeninos que se salen de lo corriente. En este fantástico artículo de Tinta al sol, ¿Por qué hay que leer a Jane Austen?, Yolanda González Mesa lo resume a la perfección:

(…) la obra de Jane Austen habla de las dificultades de las mujeres por ser consideradas seres inteligentes y en nada inferiores a los hombres.

Yolanda González Mesa

A pesar de su mensaje revolucionario, los personajes de Austen no dejan de ser un reflejo de su época, en la que el propósito principal de las mujeres era conseguir un marido que las mantuviera. Este tipo de situaciones suelen repetirse en algunos subgéneros como el histórico, donde las tramas están sujetas a las costumbres de la época que reflejan y los autores tenemos poco margen de maniobra para innovar o para introducir elementos modernos que no chirríen con el contexto.

Las mujeres de hoy en día no necesitamos que nos salven y desde luego encontrar el amor para sentirnos realizadas no es nuestro propósito principal.

Gozamos de una libertad sin precedentes, somos libres para decidir dónde, cómo o cuándo, pero a la hora de vivir esa libertad con todas sus consecuencias nos siguen etiquetando por nuestra actitud, nuestra ropa o nuestro lenguaje, incluso entre nosotras, no sé si tal vez por esa cultura patriarcal que nos ha inculcado de que hay cosas de mujeres y cosas de hombres.

La libertad sexual, trabajos con más competencias, corresponsabilidad, conciliación familiar o maternidad son asuntos que a todas nos tocan de un modo u otro. Pero eso sigue sin reflejarse del todo en la novela romántica o, por lo menos, yo no lo he visto. Es posible que no haya dado con las historias adecuadas. Para mí reivindicar el papel de la mujer en la novela romántica no es escribir un personaje cuya existencia gire en torno a con quién se acuesta. Eso no es feminismo, o yo no lo entiendo así.

Si bien es cierto que todavía queda mucha tela por cortar (el machismo en la novela romántica es un debate que nunca termina), cada vez somos más las autoras que intentamos evitar esas actitudes en nuestros protagonistas masculinos o, al menos, lo intentamos.

Mis mujeres se equivocan por amor pero en ningún momento lo usan como excusa para no perseguir sus sueños.

Kristen lo deja todo para intentar ser feliz y descubre el amor en el proceso; Claire necesita  curar sus cicatrices y poner en orden su interior antes de abrir su corazón de nuevo; Eve lo deja todo por amor, sí, pero al final coge las riendas de su vida para sentirse realizada como mujer.

Allyson es una enamorada de la vida y no deja que nada ni nadie cambie su especial visión del mundo; Sarah, a pesar de vivir en una época donde las mujeres solo eran una posesión, tiene la valentía para enfrentarse a su destino sin rendirse; Alex es una mujer de armas tomar, segura de sí misma que no tiene la necesidad de cambiar por los demás.

Las protagonistas femeninas de hoy en día son un reflejo en el que pueden mirarse todas aquellas mujeres que necesitan un estímulo para seguir adelante, y eso no tiene precio.

2 comentarios en “La mujer de hoy en la novela romántica”

  1. Comparto tu opinión y se agradece leer un post como el tuyo. Cuando escribo romántica procuro romper estereotipos o incluir algún punto de contraste. Como lectora estoy cansada de leer las mismas historias, con los mismos patrones. Como escritora, a veces lo consigo y otras no; pero siempre me planto delante de la novela con la intención de mostrar ese cambio que quiero en el mundo. Un saludo.

  2. Hola, Annabel, muchas gracias por tu comentario. A veces es difícil salirse de lo establecido pero merece la pena intentarlo. Mis novelas siempre tienen mensaje, no concibo la literatura de otra forma.
    Un abrazo!!

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