¿Crees que para ser escritora profesional de novela romántica debes ser también una escritora productiva? Teniendo en cuenta la cantidad de áreas que debemos controlar como escritoras, supongo que tu respuesta es afirmativa.
Pero como todo, la productividad también es relativa, porque ¿qué significa ser una escritora productiva para ti? ¿Estar todo el día ocupada? ¿Tener un horario inamovible y llevarlo a rajatabla? ¿Acabar todas las tareas del día antes de acostarte?
La productividad no es nada de eso. No es «hacer» como pollo sin cabeza. No es llenarte de tareas que nunca acabas. No es estar disponible para todo el mundo.
Ser productiva significa estar enfocada en lo que debes hacer en cada momento.
«Tanto nos han metido este chip de hiperproductividad que nos impide estar diez minutos en soledad, meditando o no haciendo nada. Porque nos da la sensación de que estamos perdiendo el tiempo».
Laura Baena
Hasta que no delegué la mitad de mi trabajo, no descansaba ni los fines de semana. Estar, simplemente, viendo una película con mis hijos un domingo por la tarde me subía el nivel de estrés y de ansiedad porque no estaba preparando cosas para las redes ni adelantando trabajo.
No desconectar ni un minuto no significa que seas más productiva, al contrario, es agotarte y quemarte.
Disfrutar de los tuyos, de ti misma, hacer cosas que te gusten o no hacer nada es introducir armonía en tu vida y también en tu trabajo como escritora.
Consejos para ser una escritora productiva
1. Planifica tu descanso
Es lo primero que debes marcar en tu calendario: qué días vas a descansar, ya sea porque te vas de vacaciones, porque tienes planes en pareja o con amigas o porque los niños no tienen cole y tienes que ser más flexible.
Descansar no es procrastinar, es renovar tu energía y alimentar tu creatividad, por eso es tan necesario.
2. Ponte objetivos realistas
Es muy fácil venirse arriba y sobreestimar lo que somos capaces de hacer en x tiempo. Por eso, una forma de concretar es medir lo que tardamos en realizar cada tarea. Para ello, una herramienta estupenda es Toggl.
Funciona como un cronómetro y es bastante fácil de usar. Saber cuánto tardas en escribir un correo o en programar Instagram te ayudará a bloquear periodos de tiempo realistas.
También puedes medir cómo eres de productiva a la hora de escribir haciendo un estudio. Consiste en medirte durante treinta días cuánto escribes en x tiempo o cuánto tardas en escribir x palabras.
Después, haces una media para saber cuánto es tu promedio de escritura/hora.
Es útil saberlo para planificar tus lanzamientos y ponerte objetivos anuales de publicación.
3. Organiza tu jornada
Antes de dar por finalizada tu sesión de trabajo, deja planificada la siguiente. Así sabrás qué tienes que hacer nada más sentarte y no perderás tiempo pensando qué toca hacer ese día.
Para ello, revisa tu agenda semanal, que previamente has organizado el viernes o domingo anteriores.
4. Prioriza y sacrifica
Sé que esas dos palabras no son nada simpáticas, pero en una buena organización son necesarias porque el día tiene 24 horas y no se pueden hacer tropecientas tareas ni hacerlas a la vez.
En mi sistema, siempre voy de lo macro a lo esencial, es decir, de un objetivo grande saco objetivos más pequeños y esos los convierto en minitareas.
Y eso lo hago con todo: desde proyectos literarios hasta contenido para redes. Es mi forma de escribir en armonía.
Escribir, editar, publicar y promocionar son actividades ineludibles en nuestro trabajo, pero no todo lo referente a ellas tienen la misma importancia.
Está claro que estar en redes con constancia y estrategia es importante, pero de nada sirve si luego no tienes una novela que promocionar porque, en vez de escribir, te has pasado los pocos minutos que tienes haciendo scroll…
5. Trabaja enfocada
El secreto de la productividad no es otro que mantener el foco y la atención en lo que estás haciendo en ese momento.
Ignorar las notificaciones, los mensajes, las llamadas no urgentes y no distraerte pensando en todo lo que te queda aún por hacer.
Hay varios métodos de organización para conseguir trabajar con foco. Los más populares son:
- técnica Pomodoro: consiste en programar sesiones de 25 minutos y descansar 5 entre ellas. Después de cuatro pomodoros, descansa 20 minutos.
- ley de Parkinson: que dice que el trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible. Es la base del bloqueo de tiempo. Si limitas un periodo de tiempo concreto para hacer algo, intentarás terminarlo en esa franja asignada y no extenderlo más de lo necesario.
- método Ivy Lee: haz una lista de hasta seis tareas roca, es decir, tareas importantes, y ordénalas por preferencia. Hasta que no acabes la primera no te pones con la segunda. Las tareas que no hayas acabado las traspasas las primeras a la lista del día siguiente. Particularmente, este método no me gusta porque siempre tendrás la lista con tareas pendientes y eso me frustra mucho.
Mi búsqueda para conseguir ser una escritora más productiva
No dejes estos consejos solo en modo lectura y ponlos en práctica. Prueba hasta que des con un sistema que se complemente con tus rutinas, que sea fácil de aplicar y, sobre todo, que deje lugar a la flexibilidad.
Hay muchas herramientas digitales y físicas para planificarte, tantas que es una locura. Es fácil perderse y querer probarlas e implementarlas todas, pero si cambias de herramienta cada tres meses, lo que conseguirás será perder el tiempo.
Detrás de esa búsqueda constante de la herramienta perfecta se esconden miedos internos o una frustración constante a no conseguir los resultados esperados.
En mi caso, fue mi autoexigencia la que me llevaba a probar y a probar. Mi problema no era la herramienta, sino querer abarcarlo todo teniendo tan solo tres horas diarias de trabajo.
Lo he contado muchas veces, la consecuencia fue que tuve que soltar lastre: dejar de escribir, dejar el blog, dejar la newsletter (que por cierto, está muy chula, apúntate y compruébalo), dejar las redes…
Comprender eso me llevó bastante tiempo y a perderlo en herramientas que no me resultaban útiles, pero a las que achacaba mi estrés.
Mis primeras plantillas de planificación eran PDF imprimibles que solo me resolvían ciertos aspectos de mi trabajo, por eso me pasé a las herramientas digitales.
Una de las primeras que probé fue Trello, pero el método Kanban nunca ha terminado de cuajar para mí porque lo veía repetitivo y muchas veces se me olvidaba pasar las tareas de columna o, simplemente, quería meter demasiada información dentro de una ficha.
Y volví al papel, a los planners semanales. Pero con ellos solo podía llevar un registro muy pobre de tareas. Ahí no podía incluir calendarios editoriales ni nada de eso.
Probé el sistema bullet journal, pero cuando tienes tendencia a procrastinar y a buscar una perfección inexistente, los minutos se van pensando, decorando y ajustando.
También lo dejé, claro.
Y volví a lo digital. Estuve usando durante bastante tiempo Todoist, que es otra aplicación de gestión de tareas. A esas alturas, ya tenía tropecientos excels en Drive y en el ordenador con los diferentes calendarios editoriales y gestión de proyectos.
Pero era un caos total porque seguía sin cubrir mis necesidades laborales básicas.
Buscando una herramienta que me quitara dolores de cabeza, di con Asana. Por aquel entonces, también usaba una agenda física. Asana fue mi seguro durante un montón de tiempo, es una herramienta que me encanta y cuya versión gratuita da mucho de sí, pero me di cuenta de que perdía más tiempo en crear nuevos proyectos con tareas y subtareas que llevándolas a cabo.
Pero seguía sin tenerlo todo en un mismo sitio.
Hasta que decidí juntarlo todo en una agenda que englobara todo lo que yo necesitaba.
La agenda para escritoras como herramienta de productividad
Una agenda específica personalizada para escritoras, con apartados esenciales para la consecución de mi trabajo, con el tamaño adecuado para llevarla conmigo. Práctica, cómoda y bonita. Y que cada año mejora.
Una agenda para gobernarlas a todas.
¿Por qué una agenda física?
- Porque la dejas en tu mesa de trabajo y no la llevas contigo de vacaciones ni cuando estás descansando, que quieras que no, también cuenta.
- Porque escribir a mano es, sencillamente, lo mejor para desarrollar tu creatividad.
- Porque gran parte de planificar consiste en pensar hacia dentro, de lo que quieres conseguir como escritora, y a partir de ese punto, desarrollar el cómo, y ninguna aplicación te da eso.
- Porque es el mejor sistema para ordenar tus objetivos anuales y desmenuzarlos en trimestrales, mensuales y semanales.
Ventajas de tener una agenda para escritoras
- Comprende las áreas de escribir en armonía: escritura, mentalidad y comunidad, con apartados para calcular tu velocidad de escritura, tu visión y misión como escritora y tu por qué, además de calendarios editoriales para blog, newsletter y redes.
- Objetivos anuales que puedes dividir en trimestrales y mensuales, esencial para marcar la senda que debes seguir.
- Un gestor de proyectos para que puedas ver de un solo vistazo los plazos que necesitas para escribir, editar y publicar tu novela.
- Instrucciones para crear tu sistema de bloqueo de tiempo por áreas y categorías de trabajo.
- Registro de eventos literarios a los que vayas, así como un seguimiento de tu contabilidad, incluso con informes de ventas mensuales.
- Hojas de contactos de profesionales de la edición y blogueras con las que deseas colaborar.
- Ideatorio de novela para que apuntes los flashes que se te ocurran y que no los pierdas.
- Agenda con planificador mensual, registro de hábitos, registro de escritura y consejos sobre productividad, además de una revisión mensual para corregir lo que no funciona.

Yo he conseguido dar con mi herramienta perfecta para ser una escritora productiva. Si quieres tener la tuya, pincha aquí.