Escribir romántica siendo fiel a ti misma

¿Te has planteado alguna vez dejar de publicar o pasarte al lado oscuro? No te preocupes, es más habitual de lo que piensas. Todas las que nos dedicamos a escribir novela romántica nos hemos hecho esas preguntas alguna vez. Porque esta profesión es muy desagradecida, porque tienes que publicar con una cierta frecuencia o el mercado te come, porque tienes que tener presencia constante en las redes sociales para que no se olviden de ti.

Te suelto este rollo porque intenté cambiar y unirme a la ola de novela romántico erótica/comedia que tan de moda está. Proyecto Colin nació con la idea de escribir algo más fuerte, hasta mi madre me dijo en una ocasión que no fuera tan mojigata. No con esas palabras, pero venía a decir lo mismo. No es que mis novelas sean especialmente blancas (menos En busca de su destino, esa sí tiene fundido a negro y lo criticaron hasta el hartazgo), pero tienen el sexo justo que consideré oportuno para cada historia. Sexo de emociones, no de partes del cuerpo.

Reconozco que escribir erotismo me incomoda, no quiero ser vulgar ni tampoco quedarme corta y me supone un esfuerzo adicional. Por eso la historia de Colin era un reto. El personaje y el argumento de esta novela pide sexo e intenté escribirlo como se suponía que debía hacerlo. Pero después de tres escenas tórridas en cuatro capítulos tuve que parar, porque sentía que me estaba vendiendo. Esa no era yo. Ni mi estilo. Y abandoné el proyecto a pesar de haber compartido la portada en mis redes como una forma de autocomprometerme.

Entré en el mayor bloqueo de escritor que he tenido. No me salían las palabras, se me olvidó cómo expresar lo que quería y el pánico me paralizó. Dejé de escribir y me centré en mi faceta de correctora, que me va genial, por cierto, y en mis redes sociales. Me boicoteaba a mí misma para no escribir, me ponía excusas y me escudaba en la falta de tiempo cuando, en realidad, el tiempo nunca fue un problema.

Seguro que a ti también te ha pasado alguna vez. Mantener la motivación a niveles óptimos y el pesimismo a raya es más fácil de decir que de hacer. Ir a contracorriente, también. Procrastinar se convierte en una necesidad y una forma de autoprotección para no enfrentarte a tus miedos más profundos. Salir de una situación así es complicado, la falta de seguridad y el síndrome del impostor están ahí, susurrándote al oído para que no te mantengas firme en tu visión de la literatura romántica.

Siempre he tenido muy claro que no quiero ser una más, me esfuerzo en seguir aprendiendo y creciendo como escritora, en no estancarme. No son propósitos que se puedan realizar a corto plazo y por eso es importante no dejar de escribir ni de leer.

Hice caso del consejo de Ana en este podcast de El escritor emprendedor: dejé Proyecto Colin y empecé a escribir otra cosa. Poco a poco recuperé la ilusión por crear nuevos personajes, planificar escenas y documentarme. No te voy a mentir, me costó mucho que las palabras tomaran forma y expresaran exactamente lo que quería, todavía estoy trabajando en ello porque me siento anquilosada y sin recursos. 

Este nuevo proyecto no es novela romántica pura como puede ser Volver a empezar, la historia de amor no es lo importante, pero es que a mí me gusta hablar de búsqueda, de autoconocimiento, de afrontar la vida y las posibilidades que se presentan ante nosotros con valentía. Y esta novela va de eso. Porque es lo que me gusta escribir y porque ser fiel a mí misma es más importante que los números.

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