Escribir no es una profesión fácil ni es válida para todo el mundo. No solo hace falta tener un profundo conocimiento del lenguaje y saber usarlo a tu antojo, también es necesaria una alta capacidad creativa para no caer en clichés ni escribir más de lo mismo. Una buena forma de diferenciar tu obra es mediante la creación de personajes inolvidables y, para eso, cómo evitar estereotipos o llevarlos a tu terreno es crucial.
Todo está escrito ya, seguro que has leído esta frase muchas veces, pero es cierta. Los roles se repiten, los argumentos, los conflictos… Es muy difícil innovar.
¿No has empezado a leer una novela de nuestro género y te daba la sensación de haberla leído ya? Yo muchas veces, y no tiene nada que ver con la pericia de la escritora para transportarnos a su mundo o emocionarnos. Es, más bien, por el continuo uso de un mismo tipo de personaje, al que no limamos aristas ni le dotamos de nuevos matices.
Millonarios traumatizados, gorditas simpáticas, libertinos reformados, rubias tontas, damas pizpiretas, chulos con corazón… La lista de estereotipos es interminable. Por eso me gustan tanto los personajes como Álex, el protagonista masculino de Puto happy end, de Roser A. Ochoa. Un tío supernormal, pintor de brocha gorda, sin virtud ni atractivo en particular, que no hace ninguna gesta heroica ni nada parecido y, aun así, resulta de lo más seductor (con gatillazo incluido).
No está mal tener algún que otro estereotipo en tu novela, es como los clichés, bien llevados pueden darle un toque a tu historia, pero no es conveniente utilizarlos como personajes protagonistas precisamente por esa imagen preconcebida que les asociamos.
Cuando en las novelas creamos personajes de este tipo no estamos aportando nada nuevo con el consiguiente riesgo de aburrir a las lectoras. El auténtico trabajo está en darle la vuelta a esos personajes para que no hagan lo que se espera de ellos; partir del arquetipo original.
¿Qué diferencia hay entre un arquetipo y un estereotipo?
Los estereotipos son las imágenes que tenemos hechas de ciertos colectivos o tipos de personajes. Si nos cruzamos por la calle con un chaval despeinado, con barba, gafas y una camiseta de Marvel enseguida pensaremos que es un friki.
Los arquetipos, por el contrario, son el modelo original, aquellas ideas que después se han usado una y otra vez, como son las figuras del héroe y el mentor. Se basan en la psicología de la humanidad o en experiencias vitales que todos podemos reconocer independientemente de la época en la que vivamos, por eso son universales.
Los personajes son el pilar en el que se sustenta la historia, los que dotan a la novela de profundidad; si no conseguimos darle un giro a lo que se espera de ellos, la novela hará aguas por todas partes.
¿Cómo puedes evitar los estereotipos?
1. Dótalos de realismo
Ni todas las rubias son tontas ni todos los homosexuales, estilistas. Por eso es tan importante trabajar el perfil de los personajes antes de meterse de lleno en el proceso creativo.
Independientemente de si eres de brújula o de mapa, antes de escribir es imprescindible hacer un trabajo previo de documentación, no solo de lugares, acontecimientos históricos o de lo que necesites saber para ambientar tu novela romántica, sino también de los protagonistas.
Apuntar todas las características físicas y psicológicas de tus protagonistas te ayuda a hacer un arco dramático coherente: dónde está, adónde quiere ir, qué le pasa en el camino. Cuáles son sus deseos, cómo se comporta ante determinadas situaciones, etc.
2. Sé original con las profesiones
Abogados, médicos, empresarios, músicos, millonarios, militares… en el caso de ellos; artistas, secretarias, camareras, peluqueras… en el caso de ellas. Y si lo haces, dale una vuelta. Vuelvo a ponerte el ejemplo de Puto happy end. Ella es una escritora muy antipática y él, un pintor sin ambiciones que forman una pareja muy singular y atractiva.
Kate, la protagonista de Tras el largo invierno, es una ingeniera civil que trabaja en una plataforma petrolífera y que se va a explotar una mina de otro en el Yukón canadiense. Kristen, la de En busca de su destino, es una niña rica que huye de una vida acomodada para ejercer la medicina como ella quiere.
3. No busques la perfección
Ni física ni de comportamiento. Los defectos son los que nos hacen humanos, no pasa nada si tu protagonista no tiene tabletas de chocolate en vez de abdominales, le huele el aliento o tiene demasiado vello corporal; tampoco importa si ella no es un ángel de Victoria’s Secret, va sin depilar y se come las uñas.
No tienen que ser empáticos ni hacer siempre lo correcto; no pasa nada si son egoístas y hacen daño con las palabras o los actos. Hazlos del montón, que se equivoquen. Los matices y las pequeñas incoherencias dotan de veracidad porque los buenos no son siempre buenos, ni los malos, siempre malos.
Creatividad es muy importante en cuanto a la estructura de los personasjes , Buen post!