Cómo compaginar tu vida con la escritura

Cuando eres escritora por vocación, encontrar tiempo en tu día a día para escribir puede suponer un verdadero quebradero de cabeza.

Trabajas muchas horas fuera de casa y cuando llegas, tienes más obligaciones: familiares, quehaceres domésticos y asuntos propios que resolver.

Estás agotada, ¿cuándo tienes tiempo para dedicárselo a tu sueño?

Un sueño que te apasiona, te desconecta de tu realidad y te da la vida. Cuando no escribes, sientes que te falta algo.

Pero te sientas a ratos si tu energía te lo permite y de tanto en tanto, apenas avanzas en tu manuscrito porque tienes que volver atrás para situarte donde lo dejaste por última vez.

Y te frustras.

Da igual que te unas a retos como el NaNoWriMo o a grupos de apoyo en Telegram para motivarte porque no tienes un plan.

Así que si quieres terminar de escribir ese manuscrito con el que te encuentras atascada y autopublicarlo por fin, te voy a dar unas recomendaciones para que puedas incorporar la escritura en rutina diaria o semanal.

1. Analiza tus días

El primer paso es localizar tus fugas de tiempo, es decir, esos minutos que podrías aprovechar apra trabajar en tu manuscrito.

Por ejemplo, ¿sabes cuánto tiempo pasas mirando el móvil? Yo tengo un limitador en Instagram de una hora. Además, es la única red social que tengo en el teléfono. Telegram solo lo miro en los descansos.

La multitarea también es una fuente de pérdida de minutos porque, al poner el foco en varias cosas a la cez, te dispersas cuando pasas de una a otra.

Es más útil y práctico hacer un acosa con toda tu atención puesta en ella, como nos enseña Pilar N. Colorado en su serie Escritura y Foco; terminarás antes tus tareas.

Un consejo es que intentes agrupar el mismo tipo de tarea en un determinado momento.

Si tienes que salir a la calle, procura aprovechar para hacer todas las gestionar que tengas fuera de casa.

O si tienes mensajes de redes, chats o correos sin contestar, agrúpalos en una franja de tiempo y responde a todos en ese momento; no leas correos, escribe un poco, vuelve a responder mensajes, escribe otro poco y así. Porque te desconcentrarás de tu escritura y ya sabemos lo mucho que cuesta recuperar el estado de fluidez cuando lo pierdes.

Para analizar tus días, tendrás que apuntar al minuto todo lo que haces desde que te levantas hasta que te acuestas.

Puede resultar algo tedioso, pero te aseguro que vas a hacer descubrimientos sorprendentes sobre dónde y en qué se te va el tiempo.

Aquí quiero hacer un inciso porque el descanso no es una fuga de tiempo, es necesario e imprescindible. Y recuerda que procrastinar no es descansar.

2. Observa tu energía

Si buscas el momento perfecto para sentarte a escribir, es posible que nunca lo encuentres porque no existe.

Pero sí puedes crear las circunstancias más propicias para ello.

Yo soy de mañanas. Es cuando estoy más activa, con más energía, y puedo hacer tareas que requieren altas dosis de concentración.

Tengo la suerte de poder elegir mi horario de trabajo, así que durante las mañanas, sobre todo, corrijo, que es mi actividad principal.

Por la tarde tengo muchas interrupciones porque mis hijos me reclaman para meriendas, estudios, materiales que necesitan para el día siguiente… Además de que suelo salir a andar un par de horas varias veces a la semana en esa franja horaria.

En esos ratos, hago tareas de gestión y relacionadas con creación de contenidos y comunicación.

¿Cuándo escribo entonces?

Como te he dicho, las mañanas son mi mejor horario, es mi momento de máxima energía y es ahí cuando le dedico media hora a la escritura, normalmente, antes de empezar a trabajar.

Son solo treinta minutos, sí, pero no hay que subestimarlos porque poco a poco todo suma. Y siempre es mejor escribir durante treinta minutos que no hacer en absoluto.

Obsérvate. ¿En qué momento tu escritura es más fluida o tienes la mente más despejada? ¿Puedes levantarte media hora antes para escribir antes de trabajar? ¿Aprovechar algún descanso a media mañana en tu trabajo? ¿O eres más nocturna y te concentras mejor cuando la casa está en silencio?

Merece la pena dedicarle un par de semanas a este estudio y que pruebes varios horarios dentro de las posibilidades que tus obligaciones te lo permitan.

3. Educa a tu entorno

Este quizá sea el punto más complicado de todos, conseguir que las personas de tu alrededor respeten tu tiempo de escritura.

Obviamente, si surge una urgencia, no las vas a posponer media hora o el tiempo que hayas bloqueado para esto, pero tienes que marcar muy bien los límites de lo que es una urgencia.

Comprar témperas no es urgente, tampoco charlar un rato con tu madre por teléfono; seguro que hay otro momento más adecuado para ello.

También es importante manejar el sentimiento de culpabilidad cuando marcamos esos límites.

Tenemos tendencia a sentirnos culpables cuando nos dedicamos tiempo a nosotras, por lo que es muy fácil dejar de escribir para atender las necesidades de los demás.

Si sumas bloqueos y frustraciones porque la historia que estás escribiendo no avanza como quieres o te estás encontrando demasiados escollos, el cultivo para el abandono está servido.

No solo tendrás que educar a tu entorno que tu horario de escritura es sagrado, sino también a ti misma para priorizar la escritura.

Como ves, incorporar la escritura dentro de tu rutina es sencillo, pero requiere constancia. Si no sabes por dónde empezar a crear esas circunstancias en tu vida que te permitan escribir, te animo a echarle un vistazo a mi curso Encuentra tu tiempo para escribir que puedes encontrar en este enlace.

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